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El Gato Pardo

EL GATOPARDO

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En la novela El Gatopardo, escrita por Giuseppe Tomás di Lampedusa (que después llevó magistralmente al cine Visconti en 1963) el personaje llamado Tancredi (interpretado por Alain Delon en la película) le dice a su tío Fabrizio: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”
En ciencias políticas se ha llamado a este pensamiento “gatopardismo” o “lampedusianismo” cuya máxima sería:
“Cambiemos todo para que nada cambie”
No expongo aquí esta cita para comentar el gran cinismo que encierra si la leemos en el contexto de la obra, sino para realizar una reflexión que, dados los tiempos que corren, me parece oportuna. Intentaré explicarme.
Estoy convencido de que el concepto de Beneficio, entendido este como la ganancia económica que tenemos gracias a la realización de nuestros proyectos, ideas, obras, empresas, etc., es algo insustituible; por ahora nadie me ha presentado un concepto sustitutivo que me convenza. O mi esfuerzo y mi sacrificio me da una “renta” o lo más probable es que no lo haga.

Sin embargo, creo que el problema no está ahí; el problema está en quienes se han apropiado del mismo como bandera y lo utilizan para sus intereses político / económicos, amedrentando a muchas personas sobre la certeza de que si estuviesen otros en el poder este concepto desaparecería. Lo que no explican, es que la gran mentira que plantean esconde que, si ellos siguen, nadie controlará si ese beneficio es ético o no. Es decir, nos atemorizan con que vienen los malos para hacer ellos lo que quieran con los controles que ellos mismos diseñan. Pues bien, el concepto de Beneficio es un bien que poseemos todos aquellos que creemos en el esfuerzo y, por ende, en su recompensa. Ni he creído, ni creo, ni voy a creer nunca en la papanatada que pretenden las ideas comunistas a este respecto. Son, han sido y serán siempre un estrepitoso fracaso. Pero no estoy dispuesto a que una serie de perfectos ambiciosos desmedidos jueguen con algo tan importante como este concepto y su influencia en el desarrollo de ideologías que defienden el libre mercado, la competencia y… ¡LA ÉTICA DE LA RECOMPENSA!.
Soy de derechas (por si alguien tiene alguna duda) y no puedo soportar que los niños pasen hambre, que los enfermos no sean atendidos por no tener dinero, que la justicia no sea igual para todos, que a la Universidad no puedan acceder aquellos que por méritos lo merezcan, que los ancianos no estén protegidos… ¿Quieren que siga? Estoy seguro que todos aquellos que nos definimos de derechas estaremos de acuerdo con detestar esas situaciones y buscar todas las soluciones posibles para que no se produzcan. Así que no me vengan “progresistas” de tres al cuarto para darme lecciones en ese sentido.
Crear riqueza, empleo y, en consecuencia, pagar impuestos que permitan lo anterior será posible si existe el Beneficio como concepto y elevamos a la categoría que se merecen a los empresarios (estoy hablando del dueño del bar de la esquina, del del taller, del de la tienda, de de la PYME de cualquier sector y de los grandes empresarios) pero para ello, todo el mundo debe estar convencido que hay un sistema que se instala gracias a que existe la recompensa al esfuerzo, al sacrificio, al riesgo de fracasar, de arruinarte, etc.

Lo que tenemos que cambiar para que nada cambie (nada cambie = Beneficio) es la Ética de la Recompensa.  Silenciemos a quienes nos inducen a pensar que tienen la custodia de este Grial, o a quienes pretenden destrozarlo, pues de ello depende que cambiemos muchos de los valores que deben de definir la ecuación de la Recompensa, de forma que el resultado siga siendo la obtención del Beneficio.

 Se puede ganar el Campeonato del Mundo del fútbol con un resultado de 4-0; no hace falta marcar 20 goles. ¿Me explico?

agosto 25, 2016
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Cómo defender tus Precios

Tres Claves Básicas

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Si algo es una evidencia demostrable es que nunca un cliente busca solo el precio, pues si fuese así (¡qué solo buscase precio!) le daría igual lo que le entregásemos. Dicho de otra forma, podríamos vender cualquier cosa, ¡por muy inútil, absurda o falsa que fuera!, con tal de que se considerase barata; todos sabemos que no es así.

Sin duda, vivimos y viviremos en la era del “Low Cost” pero eso no significa que no podamos defender nuestros precios y nuestro margen.
Antes de continuar, advierto que parto de la base de que en un par de folios es imposible demostrar todo aquello que conlleva la Defensa del Precio, tan solo quiero dejar en la incubadora, ¡para que crezca!, una pequeña demostración de la falsedad de este argumento.

En primer lugar, si algo he aprendido en muchos años de labor comercial es que NO todos los clientes son MIS clientes. Dicho de otra forma, que con aquellos que pretenden comprar por debajo del valor que asigno a mis productos y servicios lo mejor que puedo hacer es alejarlos de mi cartera y no dedicarles ni esfuerzo, ni recursos. El problema que he visto en muchas empresas es que esa segmentación no está ni realizada, ni suficientemente explicada, por lo que la fuerza de ventas da por hecho que TODOS son clientes potenciales. Craso error. Responder a la pregunta de quién es, ¡de verdad!, mi cliente es un elemento estratégico de primer nivel y en esa definición, el margen de beneficios es una “línea roja” básica.

En segundo lugar, pocas veces se encuentra a profesionales capaces de determinar cuál es la ventaja competitiva que les hace únicos frente a CADA cliente. Jack Welch (Ex-CEO de GE) dijo que “si no tienes una ventaja competitiva, no compitas”. Quizá, deberíamos reconstruir esa frase y decir: “Si no tienes una ventaja competitiva: ¡Créala!”. El problema, es que las Redes Comerciales suponen que las ventajas competitivas se crean en los despachos de los expertos en marketing, sin darse cuenta que los verdaderos creadores de las mismas son ellos mismos; cada uno de los vendedores en su relación con cada cliente.

Hoy es muy difícil, por no decir imposible, mantener ventajas competitivas únicas en el tiempo, pues casi siempre se pueden imitar las características de los productos o servicios que existen en el mercado. Sin embargo, muy pocas veces se aprovecha la información que dimana de cada relación comercial y que nos proporciona la exactitud de aquello que cada cliente valora y que se convierte en la verdadera y única ventaja competitiva.

Son pocas las personas que teniendo la responsabilidad de la venta; del “cara a cara” con el cliente, están formadas para escuchar y entender a su cliente, de forma que puedan descubrir qué valora y, a partir de ahí, crear una solución “ad hoc” que le proporcione una situación privilegiada de Negociación.

Tercero. Casi siempre lo más importante, y por tanto lo que más se valora, no reside en lo tangible, sino en aquellas cosas que difícilmente se ven, se tocan o se muestran. En una negociación, comercial o no, llegar a un acuerdo sobre “lo que se ve o se toca” es casi siempre alcanzable. Sin embargo, lo que marca realmente la posibilidad de un acuerdo  está oculto en aquello que ni se ve, ni se toca. Dicho de otra forma, nuestra Propuesta de Valor no estará completa sino se han tenido en cuenta y se han valorado adecuadamente los Intangibles. ¿Cuánto vale la confianza? ¿Cuánto vale el asesoramiento? ¿Cuánto vale el sentimiento de pertenencia? ¿Cuánto vale lo que se siente al poseer eso que deseamos? En definitiva, ¿cuánto valen los intangibles?

Se paga por lo que se ve… ¡Y por lo que se siente!

Por último, el precio nunca lo baja un cliente, pues no es una decisión que pueda imponernos. Nosotros decidimos si aceptamos o no. Y eso, en gran medida, depende, entre otras cosas, de todo lo anterior.
En definitiva, es el conjunto de la empresa quien debe de estar implicada en construir una buena Defensa del Precio, o dicho de otra forma de Defender nuestro Margen, y para eso no encuentro mejor herramienta que un proceso formativo que ayude a construir ese proceso y a incorporar buenas metodologías y herramientas de Negociación.
En este ámbito se hace más cierta, si cabe, aquella famosa frase que Anita Roddick (fundadora de The Body Shop) le dijo a uno de sus directivos: “Si crees que la formación es cara; prueba con la ignorancia“

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octubre 29, 2015
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¿CONFLICTOS? ¡SÍ, GRACIAS!

Si algo he comprobado a lo largo de muchos cursos impartidos sobre el tema de Gestión de Conflictos es que la palabra Conflicto sugiere, a la inmensa mayoría de las personas, estar frente a algo que deberíamos evitar a toda costa.

 Gestion Conflicto

Guerra, lucha, problema, disputa, enfrentamiento, pelea…, son los términos más utilizados cuando preguntas a alguien que significa para él ese término. Sin embargo, si reflexionamos sobre lo que ocurre cuando alguien se opone a lo que pensamos; es decir, entramos en conflicto, lo que descubriremos es que esa acción es un acicate extraordinario para la reflexión. Es casi imposible que, frente a un “ataque” a lo que pensamos o creemos, nos quedemos impasibles. Lo normal es que, en esa situación, nuestro cerebro se ponga en funcionamiento para buscar los argumentos necesarios que defiendan nuestra posición y desmontar las tesis contrarias o, ¡puede ser!, se inicie una reflexión que nos haga comprender que debemos cambiar de opinión o pensamiento. En todo caso, lo que es seguro es que nuestra cabeza comenzará a cavilar sobre ello. En consecuencia, podemos afirmar que encontrarnos frente a una situación que intenta desmontar o poner en cuestión nuestras creencias, paradigmas o pensamientos nos induce necesariamente a la reflexión.

 La pregunta que deberíamos hacernos es si es posible avanzar sin que nadie nos cuestione esas creencias, paradigmas, etc. Al menos, podemos afirmar, después de lo expuesto, que sería mucho más difícil. Por consiguiente, si aceptamos que el conflicto genera reflexión, estamos considerando que el mismo constituye algo positivo, pues nos ayuda a avanzar.

 ¿Cómo es posible entonces que la mayoría de las personas utilicen la acepción más negativa de esta palabra para su definición? Con seguridad, es debido a que, muchas veces, el conflicto desemboca en un enfrentamiento de consecuencias dolorosas. Lo que no nos damos cuenta es que eso no se debe al conflicto en si mismo sino a la Gestión que hacemos para resolverlo. Dicho de otra forma, lo malo no es tener conflictos, el problema está en que no sabemos salir constructivamente de los mismos, lo que desemboca en situaciones no solo desagradables sino peligrosas.

 ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos tener en cuenta si queremos gestionar positivamente los conflictos?

 Lo primero que tenemos que aceptar es que nacemos, vivimos y morimos en conflicto. Es imposible no tenerlos y no enfrentarnos a ellos. Ninguna relación humana está exenta de conflictos, pues en el instante en que empezamos a relacionarnos se producen diferencias en casi todos los ámbitos; serán más grandes o más pequeñas, pero lo que es imposible es que podamos estar de acuerdo en todo. Por eso, cuando alguien nos diga que en su pareja, grupo, empresa, etc., no tienen conflictos podemos garantizar que está mintiendo… O es que entre ellos no se dirigen la palabra.

 El segundo tema a considerar, y con seguridad uno de los problema graves en la gestión de las diferencias, es la existencia de una serie de sesgos mentales que nos impiden observar la realidad con la nitidez necesaria.

  •  Sesgo de Razón: Tendencia natural a considerar mis argumentos como los únicos ciertos; y equivocados o absurdos los contrarios. Su expresión típica es: “Yo tengo razón, tú estás equivocado”. Cambiar esta frase por “Yo tengo mis razones y tú tienes tus razones” nos ayuda a contra-restarlo.

  •  Sesgo de Información: Aquel que se produce como consecuencia de tener información completa sobre aquello que se refiere a nosotros y tan solo un subconjunto de la información referente a los demás. Quizá un ejemplo nos ayude a comprenderlo mejor. Varias investigaciones demuestran que, cuando a una pareja se le pide que enumere, sin la opinión del otro, las aportaciones que hace cada uno en su convivencia habitual, el resultado medio es que cada miembro de la pareja enumera como suyas casi el doble de aportaciones que las que le asigna al otro.

  •  Sesgo de Perspectiva: Es aquel por el que mi marco de referencia lo convierto en marco de referencia universal. Para comprenderlo basta con analizar lo que ocurre en muchas ocasiones cuando regalamos algo a otra persona. Inconscientemente nos preguntamos ¿cómo me sentiría yo si me regalasen esto? Si a mí me hace ilusión recibir ese regalo… Es evidente que al otro también. Dicho de otra forma “uno solo ve lo que está preparado para ver”.

 El problema de estar prisioneros de dichos sesgos es que los conflictos los convertimos en batallas emocionales de las que es muy difícil, por no decir imposible, salir.

 Por eso, cuando alguien nos enfrente a planteamientos con los que no estamos de acuerdo intentemos mirar por encima de la tapia que nos impide observar la verdadera naturaleza de esa diferencia. Las personas inteligentes son capaces de gestionar los conflictos con las armas que proporciona la razón y no con aquellas que producen heridas.

 Negociar, sin duda, es el arma perfecta para aprovechar la oportunidad que nos brindan los conflictos de avanzar y mejorar.

 Juan Mateo

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septiembre 30, 2015
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GANAR O VENCER

Hace unos meses leía la biografía de uno de los tenistas más geniales que han existido; me refiero a Andre Agassi. De ella, me sorprendieron dos cosas; la primera es que un triunfador como él (5 Abiertos de Australia, 1 Roland Garros, 1 Wimbledon, 2 US Open, medalla de oro en Altanta 96 y número 1 del mundo en 1995) ¡odia el tenis!, lo detesta. La segunda, es la anécdota que relata cuando va a despedirse de su mujer (Steffi Graff) y de sus hijos al comenzar el que podía ser el último partido de su carrera profesional:

 “…Stefanie lleva a los niños hasta la puerta y les dice que papá tiene que irse. ¿Qué se dice niños?

Jaden grita: ¡Destrózalo papá!

¡Destrózalo!, dice Jaz, imitando a su hermano.

…”

 Aquí no hay bromas, si quieres Ganar tienes que Vencer al otro. ¡Qué se hinque de rodillas! ¡Qué se coma la hierba, la tierra batida o lo que sea! Es lo que los matemáticos que desarrollaron la Teoría de Juegos denominaron un “Juego de Suma Cero”; yo gano y tu pierdes.

 yo gano tú pierdes

El mundo competitivo funciona así; para Ganar hay que Vencer. Pero eso no es lo malo, lo malo es que mucha gente confunde donde está lo competitivo y donde no está, y acaban comportándose igual en cualquier situación.

 El mundo empresarial es competitivo, y eso nos ha permitido que seamos capaces de luchar, esforzarnos, innovar…, para conseguir vencer a nuestros competidores; el drama, el verdadero drama, es que ese mundo competitivo lo hemos llevado, con toda su crudeza, al interior de nuestras empresas.

 La pregunta es, por tanto, ¿podemos crear una cultura empresarial donde se pueda Ganar sin Vencer a nadie? ¿Es posible?

 negociar

Los mismos matemáticos a los que antes me refería antes se percataron de que, al igual que existían los “Juegos de Suma Cero”, había otros, a los que denominaron “Juegos de Suma Positiva”, en los cuales, gracias a los acuerdos alcanzados, el resultado de esa interacción era mucho mejor que el que podían conseguir las partes si actuaban de forma individual, es decir, enfrentados. Dicho de otra forma, que 1+1 era más de 2.

 En definitiva, que se podía Ganar sin Vencer a nadie. Pero, ¿cómo se hace? ¿Qué debemos tener en cuenta para llegar a eso?

 Sin duda, la herramienta fundamental es la Negociación, pues es ahí donde se hace realidad la máxima que deberíamos tener siempre presente: Yo gano y Tú ganas.

 Negotiation

Negociar no es una técnica; negociar es una manera de pensar, de construir relaciones y de generar valor para uno mismo y para los demás. Negociar debería convertirse en uno de los Valores que impulsasen nuestro comportamiento diario. ¿Hay algo que hagamos más frecuentemente que negociar? Sin embargo, muy poca gente presta verdadera atención a una de las habilidades que marcan la diferencia entre aquellos que logran triunfar y aquellos que se conforman con victorias pírricas que, al final, les llevan a un callejón sin salida.

 Quizá fuese bueno recordar aquello de que “uno no tiene lo que se merece, uno tiene lo que negocia”

septiembre 16, 2015
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¡NO PUEDE SER!

Siempre que pensaba en una playa y un niño, la imagen que mi cerebro me regalaba era de ternura y alegría.

Sensaciones que he sentido con mis hijos al verles disfrutar del mar, de las olas, de la arena… Supongo que todos los que lean esto y son padres me comprenderán muy bien.

juan mateo

Desde hace dos días esa imagen se ocultó para dar paso a otra que me produce una inmensa tristeza y me tiene conmocionado. ¡Tres años! Una edad donde un niño solo debe jugar y ser feliz. Una edad donde los besos y las caricias deben de ser interminables. Una edad donde las sonrisas deben serlo todo. ¡ No es una edad para morir! ¡No puede ser!

Pero allí estaba, ese pequeño e indefenso cuerpo tumbado sobre la arena y acariciado por las olas que llegaban a la orilla; parecían las únicas que entendían la tragedia y trataban de consolar a la vida que no estaba. Nada más que el mar y el silencio en una elegía natural y desgarradora. Después una foto que inmortaliza el horror.

Ahora entiendo mejor a M. Luther King cuando decía, “no me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”.

JUAN MATEO

Por eso no quería quedarme en silencio; por eso quería desanudar el pañuelo que tantas veces me sirve para ponérmelo en el corazón y así impedir darme cuenta del horror que muchos seres humanos están sufriendo estos meses.

¡Gritemos! Por una vez, no nos quedemos en silencio. Que al menos la ternura, que incluso muerto despertaba ese pequeño, no se nos vaya por los desagües de nuestra vergüenza.

Y a ti, a esa vida que ya no está, perdón por no luchar más.

¡Qué Dios te bendiga!

septiembre 9, 2015
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INTELIGENCIA COLABORATIVA

Hagamos un curioso repaso de la historia.

Hace unas..

1.700 generaciones desarrollamos el lenguaje.

300 generaciones desarrollamos la escritura.

35 generaciones nació la imprenta…

Pasados los siglos, en…

1922 Cine sonoro

1928 Penicilina

1937 Xerografía (fotocopias)

1940 Cine en color

1942 Reactor nuclear

1945 Bomba atómica

1947 Horno microondas.

1950 Tv Color

1958 Satélite de Telecomunicaciones.

1960 Píldora anticonceptiva

1969 Conquista de la Luna

1971 Microprocesador

1975 TAC

1979 CD

1980 PC

1983 Teléfono móvil

1993 WWW

1994 Existencia del Quark

…

¡Y cada día más rapidez!

Hemos avanzado en un siglo lo que la humanidad no fue capaz de hacer en miles de años y, además, ese cambio está produciendo una serie de tecnologías disruptivas que modifican radicalmente la forma que tenemos de hacer las cosas, de usarlas y de enfrentarnos a lo cotidiano. Sin embargo, seguimos siendo terriblemente “Tayloristas”, es decir, seguimos aplicando la especialización, la jerarquía y el control a nuestra forma de trabajar y dirigir las empresas. Dicho de otra forma, unos pocos piensan y otros ejecutan; por eso no somos capaces de dar respuesta a los retos que nos plantean las tecnologías y a las mejoras que éstas nos permitirían tener si las utilizásemos de una forma eficiente. Somos “Homo Sapiens” espabilados en un mundo digital que, en realidad, nos somos capaces de dominar para ponerlo a nuestro servicio; las consecuencias…

-       Cambio climático

-       Hacinamiento en las grandes ciudades

-       Millones de refugiados por conflictos bélicos

-       No hay médicos, ni maestros suficientes

-       La seguridad en riesgo permanente

-       La casi imposibilidad legislar por países

-       Obsolescencia técnica de millones de personas abocados a un paro radical.

-       Problemas de inmigración y xenofobia

-       Crisis económicas constantes…

La solución no es fácil pero, ¡quizá!, uno de los caminos que nos permitirían avanzar, con mayor rapidez y seguridad, es la colaboración. Me explico, si algo va a ser la ventaja competitiva de los próximos años es el Talento, pero no el talento individual, sino aquel capaz de colaborar con el resto de los talentos que le rodean y, de esta forma, poder entender la complejidad en la que vivimos para, entre todos, generar las ideas necesarias que consigan que resolvamos este caos.

 inteligencia colaborativa

Hoy por hoy, nadie, por muy inteligente y preparado que esté, puede decirnos qué pasa y, en consecuencia, por dónde debemos de ir. Necesitamos una mejora de nuestra Inteligencia Colectiva a través de la colaboración de los diferentes talentos que componen la sociedad, las empresas, etc., para dar respuesta a los desafíos que nosotros mismos hemos generado. Probablemente no nos queda otra opción que entender que debemos crear un nuevo Orden mundial; aquel que pone al frente de la búsqueda de soluciones a la Colaboración entre personas, empresas, países… y restringe aquel que ha sido utilizado hasta la fecha.

Lo que es seguro es que solo la inteligencia generada entre todos, y eso tiene mucho que ver con la generosidad y el abandono del individualismo galopante que vivimos, nos permitirá construir un mundo mejor en un entorno que seamos capaces de comprender y disfrutar con sentido. Al fin y al cabo es la verdadera herencia que dejaremos a nuestros hijos.

colaboración

septiembre 2, 2015
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EL SUPERMERCADO DE LAS CREENCIAS

El hombre, como las ideologías, es efímero; nace, se desarrolla y muere. Sin embargo, ese extraño ser que habita el planeta Tierra siempre se hace las mismas incontestables preguntas; ¿Después de la muerte existe algo? ¿Tiene sentido todo esto? ¿Nos sirve vivir para algún fin?

 VIDA

La historia nos demuestra que cada época tiene sus propias respuestas: ancestralmente todo se resolvía con dioses y demonios. En la Europa Medieval todo esta predeterminado y escrito en un manuscrito que solo Dios podía leer. Hoy, a principios del siglo XXI, en un mundo que podemos definir como individualista y hedonista, buscamos las respuestas en un gran “supermercado de las creencias”, y sus estanterías rebosan de producto listo para llevar. Una “Boutique del Gourmet” que nos despacha aquello que necesitemos y nos lo envuelven con lazos de colores.

Quizá la Física Cuántica, ciencia que se sustenta en el “Principio de Incertidumbre” que enunció W. Heisenberg y que determina que el Universo, a escala subatómica, es fundamentalmente incognoscible e impredecible, nos puede llevar a entender mejor qué nos ocurre, pues los místicos de esta “New Age” han añadido, a este Principio, que el comportamiento de las partículas está sometido a la conciencia humana; o dicho de otra forma, que con el solo hecho de desearlo podemos modificar la realidad que nos rodea, al igual que un “observador” es capaz de modificar el comportamiento de un electrón en los experimentos de laboratorio.

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Esta nueva filosofía pretende inculcar que el deseo es la palanca que mueve el mundo y el que transforma la realidad y eso es una media verdad peligrosa que no hace más que abonar ese sueño de poder alcanzar lo que deseamos sin necesidad de esforzarnos en conseguirlo.

Sin duda, el deseo es un motor maravilloso… ¡Para ponernos en marcha! Sin embargo, nuestra capacidad para mantener el “movimiento” no solo depende del deseo sino, y fundamentalmente, de nuestra capacidad de esfuerzo, de sacrificio y de disciplina. El problema es que estas tres palabras no las compra nadie hoy en día; es más fácil agarrarse a las teorías que nos prometen que con solo desearlo seremos capaces de tenerlo.

El “buenismo” y el seudo-conocimiento han inundado nuestro mundo a través de creencias facilonas que prometen el paraíso sin condiciones previas y así nos va.

El derecho sin deber alguno, el deseo frente al esfuerzo, el “facilismo” frente al conocimiento, el aprendizaje rápido frente al estudio continuado; solo buscamos las recetas rápidas que nos proporcionan las nuevas creencias que nos venden los actuales gurús de la felicidad. Pues bien, es necesario destapar este engaño y retomar el sentido común.

Deseos, sueños… ¡Por supuesto! Pero alguien debe de recordar al mundo que sin martillo y cincel una roca no se transforma en una escultura por mucho que lo deseemos.

 

Juan Mateo

agosto 25, 2015
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Nueva edición de El Argumento

Escribir un libro es, de alguna manera, desnudar parte de nuestra intimidad. Un libro es un acto de creación en el que te dejas algo de lo que eres, de lo que piensas y de lo que sientes para entregárselo a aquellos que tienen la generosidad de regalarte su tiempo y compartir contigo aquello que quieres contar.

El Argumento Bolsillo

Quizá por eso tienes un cierto sentimiento de culpa, pues te preguntas con demasiada frecuencia si a quien te lee le devuelves con creces lo que te entrega. El único consuelo es que uno no es culpable por lo que hace, sino por la intención con lo que lo hace; nuestras culpas residen en nuestras intenciones. En mi caso puedo asegurar que esa intención no tiene otro matiz que el de compartir aquello que, en algún momento, la vida me enseñó. Que sea interesante o no es otra cuestión; que, por cierto, no influye en la adjetivación de la intencionalidad con la que se hizo.

Cuando apareció la primera edición de este libro (edición de lujo), se lo regalé a mis amigos. En parte, supongo, para que el sentimiento de culpa fuese mucho menor; al menos no habían tenido que sacar dinero de su bolsillo. También, ¡por qué no!, porque sentía cierto orgullo hacia esa obra mía.

Una noche, mientras cenábamos en casa de uno de ellos, se me acercó su padre y me dijo: “El libro me encanta, ¡de verdad!, pero quería preguntarte si todo lo que dices, lo que recomiendas; ¿tú lo cumples?

Recuerdo que me quedé sorprendido y tarde unos segundos en responder. “No, ¡claro qué no!, – le dije con rotundidad – si así fuera sería un ser extraordinario y puedes comprobar que no he pasado de la calificación de normal”. Me miró, me puso la mano sobre el hombro y me dijo; “ahora me gusta más”.

No quise en aquel momento, ni por supuesto ahora, decir que vivo de espaldas a lo que escribo o pienso. Lo que quise decirle, y por eso mi tardanza en contestar, es que, no solo creo profundamente en eso que escribo y recomiendo, sino que esas son mis metas. Otra cosa es que alcance el nivel de cumplimiento que me gustaría.

La edad, ese paso inexorable del tiempo, me ha convencido de que ser consecuente es ser una “rara avis” en el mundo actual; entendiendo que ser consecuente es conseguir la armonía entre lo que siento y lo que hago. Y es ahí donde busco siempre el camino a transitar; que mi sentir, es decir, mis más profundas convicciones, y mi hacer, es decir, mis actos, se busquen constantemente.

No es muy habitual – quizá ese es uno de los dramas de las crisis que nos azotan – encontrar personas cuyos sentimientos concuerden con su existencia. Yo, si me lo permiten, lo intento todos los días, aunque no siempre con éxito. Por eso este libro no es una lección, es una búsqueda que me permita llegar a ser consecuente; entre otras cosas porque no quiero ser quien no soy. No me interesa ser distinto de lo que soy. No por bondad o humildad sino porque no quiero que mi corazón sufra ese desaliento. Estoy seguro que la vida no soporta ser quien no eres. Podemos soportar muchas cosas, incluso la muerte de quien amamos, pero, me parece imposible vivir sin soportar quienes somos para nosotros mismos y para quienes queremos.

De ahí nace este libro; de sentimientos, de convicciones. Es un libro escrito con el corazón y repasado con la razón. Un libro que solo pretende conseguir que quien lo lea reflexione y disfrute; por eso elegí el relato corto como fórmula.

Mi deseo es que al finalizar su lectura les haya llegado al corazón porque si algo importa en nuestra vida es lo que queda en nuestros corazones, pues eso define, en gran medida, nuestra felicidad.

¡Gracias! Es lo último que puedo decirles. Gracias por su generosidad y por invertir su tiempo en esta lectura. Espero que, a partir de aquí, el viaje sea amable y tranquilo y que mientras leen cada uno de los relatos sientan que algo les queda y ayuda.

Solo me resta despedirme citando a uno de los más extraordinarios escritores, D. Jorge Luis Borges, él siempre decía:

“El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”.

Hasta siempre.

junio 16, 2015
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La Razón del Conflicto

En cierta ocasión, un matrimonio acudió a la consulta de un asesor matrimonial debido a sus constantes desavenencias. Cuando estuvieron frente a él, éste pidió a la mujer que le explicase cuáles eran las razones por las que ella creía que estaban en esa situación. La mujer se lo explicó lo mejor que pudo y cuando acabó, el asesor la miró y le dijo:

Señora, ¿sabe que le digo?

Dígame – contestó ella intrigada

¡Qué tiene usted toda la razón del mundo!

Gestion Conflicto

En ese momento una sonrisa apareció en su rostro; a ésta le acompañó una mirada maliciosa, dirigida a su marido, que expresaba, claramente, su satisfacción.

A continuación, el asesor se volvió hacia el marido y le pidió que ahora fuese él quien contase su versión.

El marido tardó unos segundos en comenzar pues no estaba muy convencido de la utilidad de contar lo que él pensaba; al fin y al cabo, ya le habían dado la razón a su mujer.

Cuando finalizó, el asesor se quedó mirándole y le dijo:

¿Sabe lo que le digo? – pensó unos instantes y continuó – ¡Qué tiene usted toda la razón del mundo!

En ese momento la mujer, con cara de sorpresa, se dirigió al asesor y le dijo:

Discúlpeme señor, pero hay algo que a mí no me cuadra.

Y, ¿qué es lo que no le cuadra?- le dijo el asesor.

Pues que los dos, no podemos tener toda la razón del mundo. O yo tengo toda la razón del mundo o mi marido tiene toda la razón del mundo; pero, como le digo, los dos no podemos tener toda la razón del mundo…

El asesor se quedó unos segundos observando a la mujer que le miraba fijamente y algo desafiante.

Por fin le contestó.

¿Sabe lo que le digo? – después de una corta pausa añadió – ¡Qué tiene usted toda la razón del mundo!

Esta pequeña historia nos expone uno de los errores más importantes en la Gestión de Conflictos; aquel por el que, la mayoría de las veces, estos se convierten en algo emocional e inmanejable. Me refiero a ese pensamiento que se asienta en nuestra cabeza por el cual estamos convencidos de que, “¡Yo tengo razón y Tú estás equivocado!”.

Es muy probable que si en vez de ese axioma utilizamos el que dice: “Yo tengo mis razones y tú tienes tus razones”, nuestra capacidad para enfrentarnos con éxito a la resolución de un conflicto aumente exponencialmente.

Juan Mateo

mayo 19, 2015
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Autoestima

La autoestima tiene un valor tan importante que debería ser el foco de la educación de nuestros hijos. Con ella, te atreves, arriesgas, controlas, disfrutas, consigues, confías…

No es, ni más ni menos, que el juicio de valor que hacemos sobre nosotros mismos; dicho de otra manera, es la no necesidad de ser siempre reconocido por otros ya que ese reconocimiento proviene de nuestro interior.

Believe in yourself

Por supuesto, eso no significa que no importe la opinión de los demás, lo que significa es que no vivo pendiente de ella; esto es tan importante que es la mejor medicina para soportar adecuadamente los fracasos y conseguir restaurar la confianza sin traumas.

Después de muchos años impartiendo clase a personas del mundo de la empresa he descubierto que quienes alcanzan mayor éxito son aquellos que tienen una buena opinión sobre si mismos y que la crítica no les lacera y les derrumba. Personas que saben cuidar de si mismas, saben lo que quieren y lo intentan una y otra vez; escuchan pero no se someten.

Pero, ¿cómo se ayuda a nuestros hijos a tener un buen nivel de autoestima? Como siempre, no hay una receta que lo resuelva, pero si hay cosas que la experiencia me indica que son fundamentales.

autoestima

Voy a tratar de explicarlo brevemente.

1.- Demostrarle las cualidades que tiene y hacérselas ver muchas veces.

2.- Mostrarles sin reservas que siempre estaremos ahí; pase lo que pase.

3.- Criticar sus defectos y fallos después de haberles mostrado algo que han hecho o hacen muy bien.

4.- Introducir el esfuerzo como parte fundamental de la vida. Esto no tiene mejor forma de hacerse que predicando con el ejemplo y que ellos lo vean y lo entiendan.

5.- Evitar los sentimientos de culpa que provengan de lugares innecesarios.

6.- Enseñarles a que actúen por lo que piensan y quieren, y no por la aprobación o desaprobación de los demás.

7.- Hacerles sentir responsables de sus actos. Evitar que busquen excusas para explicar por qué no hicieron lo que debían.

8.- Nunca perseguir que sean nuestros clones. Ellos son un proyecto único que debe construirse a través de “encenderles luces”; no de “llenar sus vasos”. Debemos encender el mayor número de luces posible; eso sí, sin obligarles a que entren en la “habitación” que nosotros deseamos.

9.- No parar de decirles lo que les queremos. Llenarles de besos.

Su autoestima, no lo olvidemos, depende mucho de nuestra opinión y mensajes.

Cuidarles a ellos y a su entorno es un camino perfecto.

Juan Mateo

mayo 13, 2015
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